miércoles, 15 de enero de 2014

EL HOMBRE Y LA BOTELLA

Un hombre estaba perdido en el desierto, destinado a morir de sed.  Por suerte, llegó a una cabaña vieja, desmoronada sin ventanas, sin techo.  El hombre anduvo por ahí y se encontró con una pequeña sombra donde
acomodarse para protegerse del calor y el sol del desierto.
Mirando a su alrededor, vio una vieja bomba de agua, toda oxidada.  Se arrastró hacia allí, tomó la manivela y comenzó a bombear, a bombear y a bombear sin parar, pero nada sucedía.
Desilusionado, cayó postrado hacia atrás, y entonces notó que a su lado había una botella vieja. La miró, la  limpió de todo el polvo que la cubría, y pudo leer que decía: "Usted necesita primero preparar la bomba con toda el agua que contiene esta botella mi amigo, después, por favor tenga la gentileza de llenarla nuevamente antes  de marchar".
El hombre desenroscó la tapa de la botella, y vio que estaba llena de agua... ¡llena de agua! De pronto, se  vio en un dilema: si bebía aquella agua, él podría sobrevivir, pero si la vertía en esa bomba vieja y oxidada, tal vez obtendría agua fresca, bien fría, del fondo del pozo, y podría tomar toda el agua que quisiese, o tal vez no, tal vez, la bomba no funcionaría y el agua de la botella sería desperdiciada. ¿Qué debiera hacer? ¿Derramar el  agua en la bomba y esperar a que saliese agua fresca... o beber el agua vieja de la botella e ignorar el mensaje?
¿Debía perder toda aquella agua en la esperanza de aquellas instrucciones poco confiables escritas no se cuánto tiempo atrás?
Al final, derramó toda el agua en la bomba, agarró la manivela y comenzó a bombear, y la bomba comenzó a  rechinar, pero ¡ nada pasaba! La bomba continuaba con sus ruidos y entonces de pronto surgió un hilo de  agua, después un pequeño flujo y finalmente, el agua corrió con abundancia... Agua fresca, cristalina.
Llenó la botella y bebió ansiosamente, la llenó otra vez y tomó aún más de su contenido refrescante. Enseguida, la llenó de nuevo para el próximo viajante, la llenó hasta arriba, tomó la pequeña nota y añadió otra frase:
"Créame que funciona, usted tiene que dar toda el agua, antes de obtenerla nuevamente".
Hay muchas lecciones que podemos extraer de esta historia. Muchas veces tenemos miedo de iniciar un nuevo proyecto porque demandará una gran inversión de tiempo, recursos, preparación y conocimiento. Muchos  se quedan parados satisfaciéndose con los resultados mediocres, cuando podrían lograr grandes victorias.
Muchas veces tenemos grandes oportunidades que se nos presentan en la vida y que pueden ayudarnos a ser  mejores personas o pueden abrirnos puertas nuevas que nos conducen a un mundo mejor... pero tememos... no  confiamos.
La vida es un desafío, ¿por qué no nos arriesgamos?, ¿por qué no creemos? El tren pasa algunas veces por nuestra vida cargado de cosas... podemos arriesgarnos y subir... o dejarlo pasar... ¿Y si no vuelve? ¿Y si esa oportunidad que hoy dejamos pasar no se repite?

martes, 14 de enero de 2014

MIS GALLETITAS

Una chica estaba aguardando su vuelo en una sala de espera de un gran aeropuerto. Como debía de esperar un largo rato, decidió comprar un libro y también un paquete con galletitas. Se sentó en una sala del aeropuerto para poder descansar y leer en paz.
En el asiento de enmedio, se ubicó un hombre que abrió una revista y empezó a leer.  Entre ellos dos, quedaron las galletitas.
Cuando ella tomó la primera, el hombre también tomó una.  Ella se sintió indignada, pero no dijo nada. Apenas pensó: "¡Qué descarado; si yo estuviera más dispuesta, hasta le daría un golpe para  que nunca más se olvide!".
Cada vez que ella tomaba una galletita, el hombre también tomaba una.  Aquello la indignaba tanto que no conseguía concentrarse ni reaccionar.
Cuando  quedaba apenas una galletita, pensó: "¿Qué hará ahora este abusador?".
Entonces, el hombre dividió la última galletita y dejó una mitad para ella.
¡Ah, no!...Aquello le pareció demasiado. Se puso a bufar de la rabia.  Cerró su libro y sus cosas y se dirigió al sector del embarque.  Cuando se sentó en el  interior del avión, miró dentro del bolso y para su sorpresa, allí estaba su  paquete de galletitas... intacto, y cerradito.
¡Sintió tanta vergüenza! Sólo entonces percibió lo equivocada que estaba. ¡Había olvidado que sus galletitas estaban guardadas dentro de su bolso!
El hombre había compartido las suyas sin sentirse indignado, nervioso, consternado o alterado. Y ya no había más tiempo ni posibilidades para explicar o pedir disculpas.
Pero sí para razonar:
¿Cuántas veces en nuestra vida sacamos conclusiones cuando debiéramos observar mejor?
¿Cuántas cosas no son exactamente como pensamos acerca de las personas?
Y recordó que existen cuatro cosas en la vida que no se recuperan:
1.- Una piedra, después de haber sido lanzada.
2.- Una palabra, después de haber sido proferida.
3.- Una oportunidad, después de haberla perdido.
4.- El tiempo, después de haber pasado.
AUTOR: Francisco Flores 

LAS DOS MUJERES QUE AMO


Las Dos Mujeres Que Amo  Después de 21 años de matrimonio, descubrí una nueva manera de mantener  viva la chispa del amor. Desde hace poco había comenzado a salir con  otra mujer, en realidad había sido idea de mi esposa.
- "Tú sabes que la amas", me dijo un día, tomándome por sorpresa. "La  vida es demasiado corta debes dedicar tiempo".
- "Pero yo te amo a ti- protesté.
- "Lo sé. Pero también la amas a ella".
La otra mujer a quien mi esposa quería que yo visitara, era mi madre,  quien era viuda desde hacía 19 años, pero las exigencias de mi trabajo  y mis 3 hijos hacían que solo la visitara ocasionalmente.
Esa noche la llamé para invitarla a cenar y al cine.
- "¿Qué te ocurre? ¿Estás bien?", me preguntó. Mi madre es el tipo de  mujer que una llamada tarde en la noche o una invitación sorpresiva es  indicio de malas noticias.
- "Creí que sería agradable pasar algún tiempo contigo", le respondí.
- "Los dos solos".  Reflexionó sobre ello un momento. "Me agradaría muchísimo", dijo.
Ese viernes mientras conducía para recogerla después del trabajo, me  encontraba algo nervioso, era el nerviosismo que antecede a una cita...  y ¡Por Dios!, cuando llegué a su casa, advertí que ella también estaba  muy emocionada con nuestra cita. Me esperaba en la puerta con su abrigo  puesto, se había rizado el cabello y usaba el vestido con que celebró  su último aniversario de boda,su rostro sonreía e irradiaba luz como un ángel.
- "Le dije a mis amigas que iba a salir con mi hijo y se mostraron muy  impresionadas", me comentó mientras subía a mi auto. "No pueden esperar  a mañana para escuchar acerca de nuestra velada".
Fuimos a un restaurante no muy elegante, pero sí acogedor, mi madre se aferró a mi brazo como si fuera "La primera dama". Cuando nos sentamos, tuve que leerle el menú. Sus ojos solo veían grandes figuras. Cuando iba por la mitad de las entradas, levanté la vista; mamá estaba sentada al otro lado de la mesa y me miraba. Una sonrisa nostálgica se le delineaban en los labios.
- "Era yo quien leía el menú cuando eras pequeño", me dijo.
-"Entonces es hora de que te relajes y me permitas devolver el favor",  respondí.
Durante la cena tuvimos una agradable conversación; nada extraordinario, solo ponernos al día con la vida del otro. Hablamos tanto que nos perdimos el cine.
- "Saldré contigo otra vez, pero sólo si me dejas invitar", dijo mi madre cuando la llevé a casa? Asentí.
- "¿Cómo estuvo tu cita?", quiso saber mi esposa cuando llegué aquella noche.
- "Muy agradable... mucho más de lo que imaginé?", contesté.
Días más tarde mi madre murió de un infarto masivo, todo fue tan rápido que no pude hacer nada.  Al poco tiempo recibí un sobre con copia de un cheque del restaurante a  donde habíamos cenado mi madre y yo y una nota que decía: "La cena la  pagué por anticipado, estaba casi segura, de que no podría estar allí, pero igual pagué 2 platos; uno para ti y el otro para tu esposa, jamás podrás entender lo que aquella noche significó para mí? Te amo".
En ese momento comprendí la importancia de decir a tiempo: "TE AMO" y  de darles a nuestros seres queridos el espacio que se merecen; nada en la vida será más importante que Dios y tu familia... dales tiempo, porque ellos no pueden esperar.
AUTOR:  VICTOR AGUINAGA

ALGO DE PABLO NERUDA

Muere lentamente quien no voltea cuando está infeliz en el trabajo,   quien no arriesga lo cierto por lo incierto para ir detrás de un sue...