sábado, 29 de octubre de 2011

AYUDA AL MUNDO, HACIENDOTE CARGO PRIMERO DE TI MISMO



Éstas son las palabras de un maestro anciano:
"Cuando era joven, me dolía el corazón por la
violencia e injusticia de este mundo. Quería con
toda mi alma darle un sentido profundo a mi existencia.
Quería que, al morir, mi vida hubiera servido para
marcar una diferencia en este mundo, aunque tuviera
que pagar un precio muy alto para hacerlo.
Por eso mi oración era:
'Señor, dame la fuerza y la sabiduría para que mi
vida contribuya a mejorar la adversa situación de
este mundo.'
Después, siendo un hombre ya maduro, me di cuenta
que no había podido cambiar nada, que el mundo continuaba
igual o peor. Estaba frustrado porque me sentía impotente,
entonces modifiqué mi oración de la siguiente manera:
'Señor, ya que no pude cambiar el mundo, dame la fuerza
y la sabiduría para ayudar a cambiar a mi familia y a
mis cercanos.'
Ahora que soy un anciano, me doy cuenta de lo ingenuo
y arrogante que fui al tratar de cambiar a los demás. En
mi infancia me enseñaron que todos mis problemas eran
culpa de otros, que mi felicidad y mi progreso no dependían
de mí. Cuan equivocados estaban.
Como derroché mi vida fijándome en los errores de
los que me rodean, culpando a los otros de mis problemas,
en vez de enfocarme en reconocer y corregir mis propios
errores, mi oración ahora es:
'Señor, dame la fuerza y la sabiduría para aprender a
ver y a reconocer mis errores, para utilizar mi fuerza
y mi poder personal, para ser cada día alguien que
sabe crecer y elegir la acción constructiva en vez de
la queja."
Amigos, ¿Cuán diferentes serían nuestras vidas, si la
energía que hemos gastado en culpar a los demás de nuestros
problemas, la hubiéramos empleado en resolverlos? Poco
puedes hacer para cambiar al resto y mucho para cambiar
tú mismo. ¿Qué puedes reconocer hoy?
Feliz semana.

CARTA DEL CIELO



Tú, que eres un ser humano, eres mi milagro.
Y eres fuerte, capaz, inteligente y lleno de dones y talentos.
Cuenta tus dones y talentos.

Entusiásmate con ellos. Reconócete. Encuéntrate. Acéptate. Anímate.

Y piensa que, desde este momento, puedes cambiar tu vida para bien, si te lo propones y te llenas de entusiasmo.

Y sobre todo, si te das cuenta de la felicidad que puedes conseguir con sólo desearlo.

Eres mi creación más grande. Eres mi milagro. No temas comenzar una nueva vida.

No te lamentes nunca. No te quejes. No te atormentes. No te deprimas.

¿Cómo puedes temer, si eres mi milagro?
Estás dotado de poderes desconocidos para todas las criaturas del universo.

Eres único. Nadie es igual a ti.

Sólo en ti está aceptar el camino de la felicidad y enfrentarlo, y seguir siempre adelante hasta el fin. Simplemente porque eres libre.

En ti está el poder de no atarte a las cosas. Las cosas no hacen la felicidad.

Te hice perfecto para que aprovecharas tu capacidad y no para que te destruyas con tonterías.

Te di el poder de pensar, te di el poder de amar, te di el poder de determinar, te di el poder de reír, te di el poder de imaginar, te di el poder de crear, te di el poder de planear, te di el poder de hablar, te di el poder de orar... y te situé por encima de los ángeles, cuando te di el poder de elección.

Te di el dominio de elegir tu propio destino usando tu voluntad.

¿Qué has hecho de estas tremendas fuerzas que te di? No importa.

De hoy en más, olvida tu pasado, usando sabiamente ese poder de elección.

Elige amar en lugar de odiar, elige reír en lugar de llorar, elige actuar en lugar de aplazar, elige crecer en lugar de consumirte, elige bendecir en lugar de blasfemar, elige vivir en lugar de morir.

Y aprende a sentir mi presencia en cada acto de tu vida. Crece cada día un poco más en el optimismo de la esperanza. Deja atrás los miedos y los sentimientos de derrota.

Yo estoy a tu lado siempre. Llámame, búscame, acuérdate de mi.

Vivo en ti desde siempre y siempre te estoy esperando para amarte.

Si has de venir hacia mi algún día... que sea hoy, en este momento.

Cada instante que vivas sin mi, es un instante infinito que pierdes de paz.

Trata de volverte niño, simple, inocente, generoso, dador, con capacidad de asombro y capacidad para conmoverte ante la maravilla de sentirte humano, porque puedes conocer mi amor, puedes sentir una lágrima, puedes comprender el dolor...

No te olvides que eres mi milagro. Que te quiero feliz, con misericordia, con piedad, para que este mundo que transitas pueda acostumbrarse a reír, siempre que tú aprendas a reír. Y si eres mi milagro, entonces usa tus dones y cambia tu medio ambiente, contagiando esperanza y optimismo sin temor, porque yo estoy a tu lado.
Con todo cariño,

DIOS.

ALGO DE PABLO NERUDA

Muere lentamente quien no voltea cuando está infeliz en el trabajo,   quien no arriesga lo cierto por lo incierto para ir detrás de un sue...